jueves, 4 de febrero de 2010

Relatos de un Vaquero Urbano (La sed de la máquina)

Una de las dificultades que conlleva el modernismo, es que nunca estamos satisfechos con lo que tenemos, es por esto que escuchamos con frecuencia que "Todo tiempo pasado fué mejor".

Anteriormente, recordando las noches en la casa de mi abuelo, podían pasar 5 minutos sin que un vehículo cruzara el frente de la misma, ahora 5 segundos parecen una eternidad.

En el principio, un vehículo era considerado una herramienta de trabajo, ahora, la misma es vista como un objeto de status..."-Y cuida'o si no tiene aire, aros y un musicón!!!".

Como todo vaquero necesita su corcel, depender del transporte local no es una opción, por ende tengo mi carro. Nada moderno, pero bien cuidado.

Tener un carro es como tener un hijo, bueno, no tengo hijos, pero hay que ponerle gomas, Seguro y otras cosas. Es entre esas cosas que está lo más elemental, alimentarlo.

Cuando dedicas un 20% del recorrido diario a tapones y semáforos mal sincronizados, el "corcel" mecánico padece de sed de manera instantánea. Algunos "avivatos" alimentan sus corceles con gas propano, pero por mi parte no tengo deseos de convertirme en recluta de Al-Qaeda al andar con una bomba de tiempo en el baúl del carro.

Entras a una estación de gasolina y de inmediato empiezas a calcular como rendir lo que le vas a echar a la “máquina”....a menos que tengas un Porsche, Ferrari o Maserati, ya que llenarle el tanque te “sabe a na’ ”.

“-¿¡¿RD$ 8.00 pesos más por galón?!?, pero mejor saca la pistola!!!”, le llamo la atención al “bombero” al ver que en solo siete días se descuadra mi presupuesto.

Le echo la culpa al gobierno, pero reflexiono. El tema de los combustibles es un tema político; tema delicado por igual, debido a nuestra dependencia en un recurso no renovable del cual República Dominicana no tiene nada “sembrado”...que se sepa.

Asi que recuerde querido lector, como dice el refrán: “El que quiere moño bonito, que aguante jalones”; puede buscarse unos buenos tennis y empezar a caminar, o como los Picapiedras saqué los pies y grite: “-Yabadabadoo.”

LeGourde